La voz de la fe

Comentario al Evangelio del domingo de la 6° semana de Pascua.“Que se amen los unos a los otros como yo les he amado”. Solo en Cristo aprendemos lo que es el amor de verdad y solo de él obtenemos la capacitación para amarnos los unos a los otros. Permanecer en Cristo es abrirnos a él por la fe y modelar nuestra vida según la suya.

Comentario al Evangelio de la fiesta de san José obrero.“¿No es éste el hijo del artesano?”. La grandeza de lo que vemos depende de la grandeza o de la pequeñez de nuestra mirada. El corazón grande acoge como grande hasta lo más pequeño, porque en todo ello ve un don, un regalo.

Comentario al Evangelio del domingo de la 4° semana de Pascua. “«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas»”. Así es Jesucristo y así quiere que seamos nosotros. Solo así experimentamos la verdadera libertad. La libertad de los hijos de Dios, la libertad de Cristo Jesús, la libertad de la entrega generosa. Jesucristo, alegre, cambia el mundo con su entrega. Nosotros, en su entrega, tenemos la alegría que cambia el mundo.

Los padres son los actores principales en el proceso de educación y formación de sus hijos. Educan a través del ejemplo y los niños aprenden por imitación, observación a los padres, conductas y actitudes. Además, inculcan valores que son importantes para el desarrollo integral en toda su vida. Compartimos este tema con un invitado especial, el padre Wilder Joseph desde el vicariato de San Ramón.

Comentario del viernes de la 27º semana del tiempo ordinario. “Otros, para tentarle, le pedían una señal del cielo”. Para poder reconocer en Jesús al mismo Dios hecho carne es necesario abrirnos a la acción del Espíritu Santo para ser purificados por dentro y limpiar nuestra mirada de puntos de vista demasiado humanos.

Componen el evangelio de este domingo tres dichos de Jesús que regulan aspectos importantes para la futura vida de la Iglesia: la corrección fraterna entre los fieles, el poder de atar y desatar otorgado a los apóstoles y sus sucesores y la eficacia de la oración en común.

Comentario del viernes de la 21.ª semana del tiempo ordinario. “Las necias, al tomar sus lámparas, no llevaron consigo aceite”. Las lámparas solo pueden permanecer encendidas si tienen aceite suficiente. Y así decimos de la caridad: sin ella, sin el aceite que posibilita que haya luz, no es posible perseverar en las buenas obras.

Ejemplo de servicio al prójimo y amor a Dios.

Comentario de la memoria de san Juan Bautista. “Quiero que enseguida me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”. Acudamos a su intercesión, y a la Virgen María, para que también en nuestros días la Iglesia se mantenga fiel a Cristo y testimonie con valentía su verdad y su amor a todos.

“Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?” Jesús ya nos ha respondido: lo que nos da libertad es amar a Dios y al prójimo, y es eso lo que nos llena y nos hace felices.

Un joven se acerca a Jesús con una pregunta: “Maestro, ¿qué obra buena debo hacer para alcanzar la vida eterna?”

Jesús nos muestra la multiplicación de los panes.

Comentario del jueves de la 16.ª semana del tiempo ordinario. “¿Por qué les hablas con parábolas?”. El mensaje profundo y liberador que encierran las parábolas de Jesús solo puede ser asimilado por aquellos que ponen su confianza en el Señor.

Comentario del jueves de la 14.ª semana del tiempo ordinario. "Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios". Jesús nos recuerda que el Reino de los Cielos está en los bienes espirituales, pero también en ayudar materialmente al que lo necesita.

omentario del lunes de la 14.ª semana del tiempo ordinario. “Tu fe te ha salvado”. Jesús se alegra mucho e incluso se admira con gozo de aquellas personas que actúan con fe, que tienen el don de reconocer lo divino.

El evangelio de hoy nos presenta a Tomas, uno de los apóstoles de Jesús que fue incrédulo ante el testimonio de los demás pero luego hace una profesión de fe verdadera reconociendo a Jesús resucitado como su SEÑOR y DIOS.

Jesús nos invita a dar siempre frutos buenos, es nuestra carta de presentación ante Él y nuestros próximos.

Con estas palabras Jesús nos da a conocer un hermoso mensaje para la evangelización de los discípulos

“Pero yo les digo: amen a sus enemigos y recen por los que les persigan”. Una manifestación clara de la caridad es no clasificar el mundo entre “amigos” y “enemigos”. Con detalles diarios de afecto podemos conquistar el corazón de los demás.

Jesús nos enseña el significado de saber perdonar a los demás y amar al prójimo

Jesús siente compasión de nosotros y quiere llevarnos a su rebaño.

María guardada todo en su corazón, descubre en este episodios tantas virtudes puestas en su interior

Hoy Jesús nos enseña a pasar de la ley del escrito a la acción concreta con nuestro prójimo.

Hoy, en vigilias de la fiesta de la Ascensión del Señor, el Evangelio nos deja unas palabras de despedida entrañables. Jesús nos hace participar de su misterio más preciado; Dios Padre es su origen y es, a la vez, su destino: «Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre»

Hoy, en el evangelio Jesús anuncia y promete la venida del Espíritu Santo: «Cuando venga el Paráclito (…) que procede del Padre, Él dará testimonio de mí» (Jn 15,26). “Paráclito” literalmente significa “aquél que es llamado junto a uno”, y habitualmente es traducido como “Consolador”. 

Feliz día a todas las madrecitas

Hoy, Jesús —como lo hizo entonces con sus discípulos— se despide, pues vuelve al Padre para ser glorificado. Parece ser que esto entristece a los discípulos, que aún le miran con la sola mirada física, humana, que cree, acepta y se aferra a lo que únicamente ve y toca.

Hoy, el Evangelio contrapone el mundo con los seguidores de Cristo. El mundo representa todo aquello de pecado que encontramos en nuestra vida. Una de las características del seguidor de Jesús es, pues, la lucha contra el mal y el pecado que se encuentra en el interior de cada hombre y en el mundo.

Hoy escuchamos nuevamente la íntima confidencia que Jesús nos hizo el Jueves Santo: «Como el Padre me amó, yo también les he amado a ustedes» (Jn 15,9).

Hoy, la escena que contemplamos en el Evangelio nos pone ante la intimidad que existe entre Jesucristo y el Padre; pero no sólo eso, sino que también nos invita a descubrir la relación entre Jesús y sus discípulos.

Hoy, estamos invitados a reconocer en Jesús al Padre que se nos revela. Felipe expresa una intuición muy justa: «Muéstranos al Padre y nos basta». Ver al Padre es descubrir a Dios como origen, como vida que brota, como generosidad, como don que constantemente renueva cada cosa. ¿Qué más necesitamos? Procedemos de Dios, y cada hombre, aunque no sea consciente, lleva el profundo deseo de volver a Dios, de reencontrar la casa paterna y permanecer allí para siempre.

Hoy vemos a Jesús que se «paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón» (Jn 10,23), durante la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Entonces, los judíos le piden: «Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente», y Jesús les contesta: «Ya les lo he dicho, pero no me creen» (Jn 10,24.25).

Comentario de la fiesta de san José obrero.“¿No es éste el hijo del artesano?”. La grandeza de lo que vemos depende de la grandeza o de la pequeñez de nuestra mirada. El corazón grande acoge como grande hasta lo más pequeño, porque en todo ello ve un don, un regalo.

Hoy, en el Evangelio, Jesús usa dos imágenes referidas a sí mismo: Él es el pastor. Y Él es la puerta. Jesús es el buen pastor que conoce a las ovejas. «Las llama una por una» (Jn 10,3). Para Jesús, cada uno de nosotros no es un número; tiene con cada uno un contacto personal. El Evangelio no es solamente una doctrina: es la adhesión personal de Jesús con nosotros.

Hoy acabamos de leer en el Evangelio el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida, que es Él mismo que se dará a nosotros como alimento para nuestras almas y para nuestra vida cristiana. Y, como suele pasar, hemos contemplado dos reacciones bien distintas, si no opuestas, por parte de quienes le escuchan.

Hoy acabamos de leer en el Evangelio el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida, que es Él mismo que se dará a nosotros como alimento para nuestras almas y para nuestra vida cristiana. Y, como suele pasar, hemos contemplado dos reacciones bien distintas, si no opuestas, por parte de quienes le escuchan

JESÚS ES EL ALIMENTO ESPIRITUAL PARA OBTENER LA VIDA ETERNA

Jesús se nos da como alimento para nuestro espíritu.

lamentos divinos

“Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? Pero Él se volvió hacia ellos y les reprendió”. Con este sencillo gesto, Jesús nos anuncia que nos redime con su paciencia. El amor paciente y comprensivo siempre da fruto, aunque sea a largo plazo.

“Estaba haciendo oración y se encontraban con él los discípulos”. La amistad con Jesús nace en la oración y es tan poderosa que cambia nuestras palabras, nuestras obras y nuestros hábitos.

Jesús causaba asombro por sus palabras y obras en todo el pueblo. 

La fiesta del Sagrado Corazón que hoy celebramos nos hace recordar el tiempo Pascual, en que hemos vivido y experimentado el amor misericordioso de Cristo, en su muerte y Resurrección. Un corazón herido, traspasado, pero a la vez lleno de ternura y compasión; un Corazón bondadoso capaz de amar y de perdonar infinitamente.

Necesitamos desierto para descubrir el proyecto de Dios sobre cada uno y saber con audacia mostrar a Jesús en nuestro mundo. Como Juan Bautista hizo en el suyo.

Jesús, siempre cercano a sus discípulos y siempre indicándoles por dónde deben caminar, en el evangelio de hoy, les da, y nos da también a todos nosotros, un criterio para distinguir a los falsos profetas de los verdaderos: “Por sus frutos los conocerán". 

El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: ‘Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia’.

Jesús ha confiado a Pedro una autoridad específica. El poder de las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la Iglesia. Jesús, ‘el Buen Pastor’  confirmó este encargo después de su resurrección: ‘Apacienta mis ovejas’.

Corazón Dulcísimo de María, da fuerza y seguridad a nuestro camino en la tierra: sé tú misma nuestro camino, porque tú conoces la senda y el atajo cierto que llevan, por tu amor, al amor de Jesucristo.

No se trata del vuelo por los aires de un superhéroe como los de las historietas, sino de un misterio que consiste en la exaltación o glorificación de Jesús, quien como nos dice la segunda lectura, fue resucitado por Dios Padre de entre los muertos para hacerlo en su naturaleza humana plenamente partícipe de la gloria divina, “sentándolo a su derecha en el cielo”

Sencillamente, estar adheridos por la fe y el amor a Jesús, creer que ha salido de Dios, pertenecerle de verdad. Por la fe y el amor, él está en nosotros y nosotros en él. Y si lo hemos acogido y él habita en nosotros, el Padre nos ama y nos atiende.