Los secretos de Goya

Año 1808: estalla en España la Guerra de la Independencia frente a la invasión de Napoleón Bonaparte y el arte se pone también al servicio de la lucha. Francisco de Goya realiza diversas alegorías patrióticas y acude a Zaragoza llamado por José de Palafox tras el primer sitio sufrido por la ciudad para que desarrolle una serie de trabajos dirigidos a inmortalizar la lucha con su pincel. Pero también en estos años realiza retratos a oficiales franceses y ministros del gobierno del rey José Bonaparte, llegando a recibir la Real Orden de España aunque, al parecer, nunca quiso portarla en público, pero su recepción le acabaría conllevado problemas tras la guerra como sospechoso de afrancesado. Esta vez nos adentramos en los Desastres de la Guerra.

Llegamos a la primera década del siglo XIX con un Goya aquejado de sordera que se refugia en su obra, en un momento en el que alcanza el ansiado puesto de primer pintor de cámara del rey Carlos IV y en el que pinta algunas de sus obras más famosas como el gran retrato que hizo de la familia real. Vemos a un Goya que sigue desarrollando una obra más libre en su temática pero que alterna con producciones de encargo en una Europa inmersa en la lucha contra la Francia de un Napoleón que ya se ha hecho con el poder absoluto, y que da inicio a las Guerras Napoleónicas a las que España se verá finalmente arrastrada.

Llegamos a la década 1790 con un Francisco de Goya consagrado en la corte de Madrid siendo ya el gran pintor de la España de su época. Todos querían que el artista de Fuendetodos les hiciera un retrato o comprar una de sus obras. Inicia esta década convertido ya oficialmente en pintor del rey Carlos IV y la terminará convirtiéndose en el primer pintor de cámara, el puesto más alto que podía alcanzarse en la pintura de la España del siglo XVIII, y desarrollando su famosa colección de Caprichos. Pero en estos años también se produce la muerte de su gran preceptor y cuñado, Francisco Bayeu, y sobre todo un suceso que cambiará para siempre la vida de Goya: su sordera.

En el año 1775 Francisco de Goya se marchó a Madrid para trabajar en la corte iniciando una aventura que le llevaría con los años, y tras mucho trabajo, a lograr un gran ascenso profesional y social que le convertiría en el pintor más demandado de la corte y en uno de los mejores pintores de la historia. Sin embargo, en los siguientes 15 años no sólo conoció el éxito llegando a convertirse en pintor de cámara del rey Carlos IV, sino también algunos sinsabores tanto en Madrid como en Aragón, de donde se acabó marchando resentido por el trato que se le dio cuando pintó su gran obra del Pilar de Zaragoza, el Regina Martyrum.

Con 25 años y tras su estancia en Roma, Francisco de Goya alza el vuelo en su carrera como pintor que le llevará a la cumbre y a ser uno de los mejores pintores de la historia de la humanidad. Corría el año 1771 cuando recibió su primer encargo de importancia, el coreto de la santa capilla en la catedral del Pilar de Zaragoza. Son sus años de consagración como pintor y lo hace en Aragón, aunque ya comienza también a trabajar en Madrid gracias a la mano de su maestro y cuñado Francisco Bayeu.

Roma, la ciudad eterna. Ciudad de los papas y cuna del arte occidental durante siglos donde los mejores artistas de la Europa del momento estudiaban y trabajaban para aprender de los mejores. Francisco de Goya no fue distinto y, una vez que su formación fue avanzando, buscó el viajar a Italia y a Roma para aprender y lanzar su carrera en el mundo de la pintura. ¿Cómo era aquella Roma a la que viajó Goya y cómo fue su viaje por tierras italianas?

¿Cómo fue la formación de Francisco de Goya en tierras aragonesas? De 1759 a 1770 son los años en los que continúa su formación, conoce a los hermanos Bayeu, que tan importantes serían para su trayectoria y trataría de conseguir su tan ansiada beca para viajar a Roma, la cuna del arte del momento, y aprender así de los mejores artistas del mundo.

Si en el primer episodio hablamos de la niñez de Francisco de Goya y de sus orígenes familiares, en esta ocasión y antes de seguir con la evolución del pintor de Fuendetodos se hace necesario hablar de una saga de pintores que fueron importantísimos para que el propio Goya se convirtiera en quien fue: los hermanos Bayeu. Una saga familiar de pintores que, como ya adelantamos en el episodio anterior, se habrían llevado la fama como los mejores artistas en el mundo de la pintura del Aragón del siglo XVIII y por supuesto de la España del momento. Sin duda fueron los pintores más demandados por los nobles y la aristocracia aragonesa, por la propia Iglesia y hasta en la misma corte de Madrid. Pero el camino les guardaba otro destino ante un Goya que con su técnica propia y con ese sueño de la razón que produce monstruos les acabaría superando.

Como todos sabemos Francisco de Goya es uno de los artistas más universales, una de esas figuras que de vez en cuando llegan para cambiar las reglas del juego. Pero estas figuras no surgen porque sí. Por un lado siempre está esa parte de genio innato que se tiene en potencia y por otro deben existir una serie de condiciones que ayuden a sacar toda esa genialidad y plasmarla en el campo que sea, y en este caso, es en el campo del arte y la pintura. Existen multitud de casos a lo largo de la historia de mujeres y hombres con unas enormes capacidades que se acaban truncando porque las condiciones que les rodean, sus propias aptitudes personales o el contexto histórico no les acompañan para poder desarrollarse. No fue ese el caso de Francisco de Goya a pesar de que no lo tuvo nada fácil. En este episodio veremos cómo fue su niñez.