Reflexiones para orar

“A toda la tierra alcanza su pregón.” (Salmo 18).

“No olvidéis las acciones del Señor.” (Salmo 77.)

“Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.” (Salmo 95).

“Vamos alegres a la casa del Señor.” (Salmo 121).

“Que tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.” (Salmo 144).

“No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gracia.” (Salmo 115).

“Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.” (Salmo 97).

“Tú eres mi hijo: Yo te he engendrado hoy.” (Salmo 2).

“Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.” (Salmo 88).

“Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.” (Salmo 66).

“Alabad al Señor, todas las naciones.” (Salmo 86).

“Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo.” (Salmo 41).

“La piedra que desecharon los arquitectos es abora la piedra angular.” (Salmo 117).

“¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?” (Salmo 115).

“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.” (Salmo 116).

“Aclamad al Señor, tierra entera.” (Salmo 65).

“Aclamad al Señor, tierra entera.” (Salmo 65).

“A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.” (Salmo 30).

“Dichoso el que camina en la ley del Señor.” (Salmo 118).

“Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.” (Salmo 4).

“Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.” (Salmo 32).

“Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.” (Salmo 26).

“El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.” (Salmo 33).

“El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.” (Salmo 33).

“El Señor reina, vestido de majestad.” (Salmo 92).

“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.” (Salmo 39).

“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.” (Salmo 117).

“Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.” (Salmo 117).

“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.” (Salmo 117).

“Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!”. (Salmo 8).

“Que se alegren los que buscan al Señor.” (Salmo 104).

“La misericordia del Señor llena la tierra.” (Salmo 32).

“El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo.” (Salmo 115).

“Señor, que me escuche tu gran bondad el día de tu favor.” (Salmo 68).

“Mi boca contará tu salvación, Señor.” (Salmo 70).

“El Señor es mi luz y mi salvación.” (Salmo 26.)

“Dios mío, Dios mio, ¿por qué me has abandonado?” (Salmo 21).

“El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.” (Jr 31, 10.11-12ab.13.).

“En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.” (Salmo 17).

“El Señor se acuerda de su alianza eternamente.” (Salmo 104).

“¡A ti gloria y alabanza por los siglos!” (Dn 3, 52-56.).

“Su linaje será perpetuo.” (Salmo 88).

“Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.” (Salmo 22).

“Oh Dios, crea en mí un corazón puro.” (Salmo 50).

“Señor, Dios mío, a ti me acojo.” (Salmo 7).

“El Señor está cerca de los atribulados.” (Salmo 33).

“Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.” (Salmo 105).

“El Señor es clemente y misericordioso.” (Salmo 144).

“El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.” (Salmo 45).

“Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.” (Salmo 29).

“Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.” (Salmo 136).

“Quiero misericordia, y no sacrificio.” (Salmo 50).

“Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.” (Salmo 80).

“Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.»” (salmo 94).

“Glorifica al Señor, Jerusalén.” (Salmo 147).

“Recuerda, Señor, tu ternura.” (Salmo 24).

“Mi alma tiene sed del Dios vivo: cuándo veré el rostro de Dios?.” (Salmo 41).

“Señor, tú tienes palabras de vida eterna.” (Salmo 18).

“El Señor es compasivo y misericordioso.” (Salmo 102).

“Recordad las maravillas que hizo el Señor.” (Salmo 104).

“Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.” (Salmo 1).

“Sálvame, Señor, por tu misericordia.” (Salmo 30).

“Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.” (Salmo 49).

“Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados. (Salmo 78).

“Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.” (Salmo 115).

“Dichoso el que camina en la ley del Señor.” (Salmo 118).

“Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?” (Salmo 129).

“El Señor es mi pastor, nada me falta.” (Salmo 22).

“Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.” (Salmo 50)

“Dios libra a los justos de sus angustias.” (Salmo 33).

“Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.” (Salmo 18).

“Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan tu alianza.” (Salmo 24).

“Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.” (Salmo 85).

“Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.” (Salmo 50).

“Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.” (Salmo 1).

“Misericordia, Señor: hemos pecado.” (Salmo 50).

“Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.” (Salmo 93).

“Cuando me alcance tu compasión, Señor, viviré.” (Salmo 118).

“Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.” (Salmo 31).

“Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.” (Salmo 105).

“Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.” (Salmo 80).

“Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.” (Salmo 105).

“La boca del justo expone la sabiduría.” (Salmo 36).

“¡Qué deseables son tus moradas, Señor del universo!” (Salmo 83).

“¡Levantate, Señor, ven a tu mansión!” (Salmo 131).

“Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.” (Salmo 146).

“Enséñame, Señor, tus decretos.” (Salmo 118).

“El Señor, Dios del universo, él es el Rey de la gloria.” (Salmo 23).

“Tú eres Señor del universo.” (1 Cro 29, 10. 11ab.).

“Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.” (Salmo 31)

“Inclina tu oído, Señor, escúchame.” (Salmo 85).

“Levántate, Señor, sálvame.” (Salmo 3).

“Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.” (Salmo 94).

“Oh Dios, crea en mí un corazón puro.” (Salmo 118).

“Misericordia, Señor, hemos pecado.” (Salmo 50).

“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.” (Salmo 116).

“Le mantendré eternamente mi favor.” (Salmo 88).

“¿Quién es ese Rey de la Gloria? Es el Señor en persona.” (Salmo 23).

“Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán.” (Salmo 88).